miércoles, 10 de junio de 2015

Unipersonal: el taller sin ego

Reflexión sobre el trabajo actoral y casi esquizoide.
Luna Beltrán







El unipersonal es una de las  propuestas más utilizadas en estos tiempo, ya que la dirección, dramaturgia y producción dependen de una sola persona y por ende todos los procesos burocráticos y sociales son tan pocos que dan más espacio para la creación y el desarrollo de la escena.
Hay un personaje en escena, el exterior lo modifica y codifica según las pistas que vaya creando; Patrice Pavis, profesor en teatro, afirma que la situación del personaje está congelada pero eso no implica que el monólogo necesite siempre de la voz del interlocutor. Es decir las historias se pueden crear a partir de las reacciones del mismo actor o actriz que las desempeña. Esta sería una voz silenciosa, no de respuestas inmediatas sino de sugestiones en la psique y la imaginación a mediano y largo plazo. La actriz Beatriz Trastoy insiste en que el monólogo no es una palabra autoritaria ni una visión cerrada de un personaje sino el resultado del hecho teatral, donde el diálogo se da a partir de la experiencia que el público ve en escena y lo incita a opinar, recordar, afirmar o negar. Nace el convivio, porque como dice mi maestro Adrián Vázquez (actor profesional, egresado de la Universidad Veracruzana), que el teatro es una cuestión de equipo, de responsabilidad y apertura.


Hace varias semanas comenzamos el taller de creación de unipersonales; diecinueve actores compartiendo el espacio, el trabajo y las ideas. La transición ha sido efectiva, comenzamos conociendo el trabajo en equipo, entendiendo que, aunque como actores, trabajemos solos en monólogos o unipersonales sigue existiendo un equipo: tramoya, taquilla, yo y mis personajes, a quienes debo de darles un espacio congruente y respetar, como dice el profesor, la idea de que ellos tienen la razón y no yo. Este pensamiento nos obliga a habitar con el otro, al principio es difícil porque cada quien trae una ideología, un temperamento, una forma de ser e intereses diversos, sin embargo al llegar al aula todo aquello se deja en la puerta y nos volvemos seres neutros –qué enriquecedora sería la vida si dejáramos los prejuicios a un lado–.  En el teatro no tenemos opción si es que queremos hacer una buena obra, un personaje extraordinario y un dialogo efectivo.
El desarrollo de estas ideas a lo largo del curso ha sido efectivo, entiendo a profundidad el concepto del teatro, la importancia del mismo y también la dificultad de la lejanía con el público. Nos formamos como actores entrenados en plena conjunción de mente y cuerpo, y aunque suene sencillo e idílico es muchísimo más complejo pues solemos sólo dar importancia a una de estas dos. Un día comenzamos a caminar con diferentes sensaciones, yo elegí caminar sobre nubes, mi cuerpo comenzó a ser más ligero, los pies más suaves, las manos oscilaban de lado a lado y el cuerpo obsequió un sonido, éste se volvió una vocal, después una palabra, después una frase: nació la voz. El cuerpo se había transformado en un niño flacucho, la respiración era suave y de pronto cortada. El bosquejo de un personaje, al rededor de mi los compañeros ya no eran ellos, el cuerpo se confundía tratando de encontrar este nuevo ser, dando a luz un personaje, camuflajeándose, volviéndose invisibles.
Mauricio Dayub, actor y director argentino, afirma que los unipersonales son muy exigentes, sin embargo es una de las opciones de explotar a totalidad el oficio de ser actor, pues permite al ejecutante usar todas las herramientas y conocer nuevas para servir al mensaje, no demostrar o regalar la información. Por otro lado Ana Acosta, humorista y actriz, lo más importante de todo es trabajar la voz y la postura corporal; Savignone entrena diariamente, obligándose a un sobresfuerzo para luego domesticar la energía, y llenar la exigencia de estar toda la obra con energía viva, palpitando el personaje.
El unipersonal nos brinda un auto conocimiento impresionante, pues estamos solos pero a la vez acompañados y todo lo que se crea nace de nosotros, el actor trasciende el espacio presente y crea una poética teatral, pues establece su propia perspectiva y elaboración de un sistema para conocer o acercarnos a la obra que vemos en escena. Hay quienes ven a los actores como mediums ya que interpretan la energía o la idea y la transforman en un hecho vivo. Es imposible no sentir la euforia actoral al realizar estos ejercicios donde sólo dependes de la palabra, de la validación de tus compañeros y el manejo de tu cuerpo y mente. Estas solo pero acompañado.

Después de leer las opiniones de varios actores, de ver obras de teatro, películas, monólogos, etc. El unipersonal atrae de una manera atroz y conforme siguen pasando los días la creatividad se abre, el cuerpo comienza a trazar su partitura y desde él escribimos la acción, la mente interviene, sí, pero es domada por el movimiento, por el trabajo en equipo, el análisis de cada matiz del ejercicio actoral. De cada gesto que va creando un lenguaje, de cada regla, poco a poco convertida en sistema, en poética. Entender el trabajo del actor desde dentro y fuera del escenario; existir, habitar con el otro, habitar nuestros otros y comunicarnos con ellos para llenar el espacio vacío, el silencio atemorizante de aquel monstruo de mil cabezas, mítico y mencionado: el público.








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