por Juan Tovar
Hay veces que buscamos algo y encontramos lo
contrario; otras veces los objetos nos
hablan, y otras, sólo encontramos vagas referencias que pasan desapercibidas. Ahora buscaba un libro, de esos que incitan una obsesión maravillosa, los intrasigentes a la voluntad y que enuncian el detalle.Ya lo dijo Borges: "Todo encuentro casual es una cita." Y esta cita ocurrió en la
Roma, para ser precisos sobre Álvaro Obregón. Buscaba un libro de poesía en las
librerías cercanas, desilusionado por mi falta de éxito, compré un pay de manzana para saciar el fracaso. Caminé por la avenida de regresó a Orizaba. Seguí por la acera y me encontré con esto:
El diamante
Triste, opaco sin brillar
un diamante no pulido,
encontrábase perdido
en el valle del Palmar.
Viole un joyero al pasar
y a su taller le llevó;
cuidadoso le labró
y hermoso entonces, luciente,
magnífico y esplendente,
la luz del sol reflejó.
Así el hombre no educado
cual piedra desconocida,
suele encontrarse en la vida
triste, sin luz, despreciado;
Mas si a estudiar consagrado,
busca el saber con anhelo,
tórnase en dicha su duelo;
La educación lo embellece,
y en su alma que resplandece
refleja el azul del cielo.
Las
fábulas de José Rosas son poesías breves y concisas. No olvidemos que el hombre de nuestra
cita es del siglo XIX, tal vez su estilo sea anticuado para algunos, no
obstante los invito a que descubran, o relean a este autor jalisciense conocido
como “el poeta de la niñez”, el apodo debido a su vasta obra teatral
y poética dirigida a los niños. No cualquiera incursiona en el terreno de la literatura infantil y lo hace
exitosamente. Quiero agradecerle a Felipe por arreglar esta cita, a Borges por
edificar la metafísica del encuentro en una frase, y a ti lector, por acompañar a
estas palabras. La moraleja de esta crónica es: nunca dejes de buscar: hay fábulas en los bolsos de mujeres.
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