lunes, 13 de abril de 2015

Ser bailarín de danza folclórica



Por Abraham Miguel Domínguez





Cualquiera pensaría que trabajar en un escenario es una actividad que conlleva glamour. Las tarimas, las luces y el aplauso del público crean una fantasía en la que el éxito se apoya para volverse real. Una de las profesiones que más ha ganado el adjetivo de glamorosa es la de la bailarín. Tener un cuerpo perfecto y ser capaz de las hazañas corporales más increíbles sin duda genera respeto y una gran admiración. Cuando uno observa a una persona que se dedica a la danza, un aura de magia es perceptible. Caminan de forma diferente, se mueven con nítida consciencia de los alcances de sus extremidades. B. es uno de ellos. Con casi diez años de experiencia al ser parte de la Compañía del Ballet Folclórico de Amalia Hernández, es un joven bailarín que ha vivido inmerso en el mundo de la danza. Ha experimentado en carne propia las grandes ventajas y aventuras que este mundo proporciona; sin embargo, no ha salido librado del sacrificio tan grande que implica estar en un escenario y dedicar su vida entera a una de las bellas artes.
            ¿Qué se necesita para ser un bailarín ballet folclórico? En palabras de Carlos Antúnez, el coordinador del Ballet, la clave es disciplina. Pero no únicamente eso. Se requiere entregar la vida entera a una profesión que demanda pasión las veinticuatro horas del día. Se debe empezar joven y tener capacidades corporales aptas para el trabajo dancístico. Esto significa que no cualquiera puede aspirar a ser bailarín. La condición física, tanto heredada como adquirida, son factores determinantes. Ya después llegan el trabajo, el esfuerzo y la disciplina para lograr ocupar un lugar en el competido ámbito.
           
Antúnez señala que la vida de bailarín tiene muchos beneficios. Viajar por el mundo y recibir el aplauso del público son recompensas que no se ganan en otras muchas profesiones. Sin embargo, aclara, es una carrera corta. ¿La causa? De nuevo, el cuerpo. El desarrollo de un bailarín llega a un límite, por lo tanto, debe aprovechar al máximo la oportunidad temporal que tiene.
            B. lo ha vivido. Desde muy temprana edad, y gracias a la influencia que tuvo por su madre, también bailarina, decidió que también quería entrar en el mundo del baile, pero contemporáneo.  Estudió y se preparó arduamente; no obstante, no contaba con que el destino le jugaría mal: una lesión en la cadera durante un ensayo limitó su desarrolló en la danza clásica. En busca de otros horizontes e impulsado por su afán artístico, decidió incursionar en el ballet folclórico.

            Gracias a su talento y después de muchísimo esfuerzo, logra entrar, en la capital mexicana, al Ballet de Amalia Hernández. Su vida en la compañía ha sido larga e interesante. Viajes que van desde China hasta Dubai, representando un arte netamente mexicano y mostrándole al mundo la belleza de nuestra música, de nuestra danza y de nuestros ritmos más ancestrales. Explica B. que la apreciación que se tiene del ballet folclórico en el extranjero no tiene nada que ver con la que se tiene aquí en su país. “En otras partes del mundo lo valoran más. Aquí no. Las causas son muchas: la falta de promoción y lo caro que es acceder a este tipo de espectáculos. Sin embargo, en otros países, les fascina, es algo espectacular”.
            La vida diaria de B. gira entorno a la danza. La disciplina es su gran compañera. Debe practicar ballet, folclor, y diferentes tipos de baile. También ejercitar su cuerpo para mantenerse en forma y llevar una dieta muy estricta (proteínas, verduras y nada de harinas y azúcares), pues no puede permitirse subir de peso. Su cuerpo es el instrumento, es lo que lo ayuda a expresar su arte. Además, como ser bailarín no es una actividad con un gran poder adquisitivo, debe abrazar diferentes actividades para sobrevivir. Clases de baile, en gimnasios, modelaje o varios tipos de proyectos artísticos se vuelven fuentes inevitables para conseguir ingresos en una profesión que es hermosa, pero que en ocasiones no brinda las herramientas económicas suficientes. “A los bailarines de danza folclórica les va mal, si hay funciones te pagan, pero de todas maneras es un pago muy bajo”, explica B.
            Desde afuera, el mundo de la danza se ve duro, pero atractivo. El virtuosismo escénico siempre llama la atención. Sin embargo, no es un camino fácil, ya que ni siquiera tanta disciplina y esfuerzo aseguran éxito. B. también ha sido presa de una especie de burocracia dancística. Lo mejores no son los que encabezan los repertorios. Como en muchas otras áreas del arte (y de la vida) existen favoritismos y vías para hacer las cosas que nada tienen que ver con el talento. Estas circunstancias lo han llevado a hacer un alto en su actividad para revalorar su arte y sus proyectos a futuro. La presión a la que ha sometido su cuerpo y sus emociones ha sido demasiada y, por su bien, ha decidido hacer un alto momentáneo. Vive bajo mucho estrés e incluso los meniscos de sus piernas ya le empiezan a presentar problemas. Pero todo se le olvida en el momento en el que sale al escenario y la música y las luces atraviesan su cuerpo y sacan el artista que lleva dentro. No lo puede evitar. Bailar es su vida. 
            El alto momentáneo que ha hecho en su carrera no quiere decir que se retirará. Es consciente de que la carrera de bailarín es corta y que pronto deberá buscar otras opciones para seguirse desarrollando, pero siempre dentro de la danza.


            La vida de los artistas nunca ha sido fácil. Desde bailarines, escritores, músicos o actores, el sacrificio es muy alto. El mundo tan caótico en el que vivimos insiste en hacerlos desaparecer. Las oportunidades de trabajo son muy pocas  y la entrega que requiere cualquiera de las bellas artes es increíblemente demandante. ¿Para qué, entonces, dedicarse a una actividad tan golpeada? La respuesta que darán los artistas es que es inevitable. No pueden vivir sin hacerlo. Por otro lado, ¿cómo sería un mundo sin arte? ¿Un arte que igual le interesa a pocos pero que ilumina pequeñas partes del oscuro firmamento en el que vivimos? 

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