jueves, 9 de abril de 2015

El hallyu en México: la ola coreana y los fandoms

Por Juan Pablo Ramos

De unos años para acá, sin lugar a dudas, los productos culturales orientales, particularmente coreanos, se han popularizado en México —series animadas, alimentos, productos de belleza, música pop, Studio Ghibli—, a tal grado que han desembocado en un nuevo estilo de vida entre adolescentes y adultos. Basta una visita a la Friki Plaza (Eje Central Lázaro Cárdenas no. 5) o al Fan Center (Eje Central Lázaro Cárdenas no. 11), de preferencia un fin de semana cuando no cabe ni un alma, para darnos cuenta de la multiplicidad de modas que se han desatado en México a partir de Surcorea y Japón. Lo que comenzó en la década de los setenta con series como Candy Candy, o en los noventa con Dragon Ball, coadyuvado por el internet, desencadenó una manía por las series y los doramas (que son las telenovelas coreanas). Así, con rapidez, Corea y Japón han construido una industria a partir de los estereotipos modelados en sus programas o videos musicales, a este aumento de la popularidad se le ha llamado hallyu. Pero la identificación del consumidor es la parte quizá más compleja de todo: es decir, el fanatismo, ya sea de anime, k-pop o j-pop. Todo esto parece ser lo mismo, pero no lo es.
"Sólo coexisten porque el lugar se los permite"
La Friki Plaza y el Fan Center sólo son el espacio donde por coincidencia están todos estos jóvenes fanáticos. Hakai no sake, k-popper mexicana de 22 años nos cuenta: “es muy diferente un friki de anime a un friki de manga; a uno que colecciona figuras, o alguien que juega Yu-Gi-Oh! o Magic, o uno que colecciona comics. Sólo coexisten porque el lugar se los permite”. Lo mismo para la música. Kathy, fan de 21 años y ayudante de una tienda de productos coreanos online, nos dice incluso cómo distinguir al k-popper: “el k-popper generalmente trae algo de la banda, o están maquilladas muy blancas, o traen el delineado muy hacia abajo, o traen pupilentes que agrandan los ojos. O traen el estilo ulzzang, que significa el mejor rostro”.
En la Friki, por cierto, no hay ningún rastro de los ídolos adolescentes ingleses One Direction, al contrario: lo que más vemos son pines, camisas y pósters dedicadas a los galanes de Super Junior: I ♥ SUNGMIN. Precisamente en un mundo de directioners, harmonizers y beliebers, podría pensarse que sólo las estrellas pop de Occidente dominan el mercado y la escena global. Y no. Según Hakai no sake, Cassiopeia, las fans de TVXQ, son el fandom más grande actualmente con todo y récord Guiness. “Hasta las fechas nadie las ha superado. El segundo más grande debe de ser las V.I.P.S. (las fans de Big Bang)”. De alguna u otra forma, Corea y Occidente se pronuncian como dos escenas separadas. Si bien habrá intentos en los años subsecuentes, por ejemplo, de introducir a estos actos surcoreanos en el mercado anglosajón, como lo que ocurrirá con la girl-band 2NE1, que pronto lanzará música en inglés.
A todo esto, ¿las distancias geográficas, lingüísticas y culturales significan un impedimento para ser un k-popper en Latinoamérica? Le preguntamos a Kathy si considera que los k-poppers atraviesan vicisitudes con respecto a su fanatismo. “Mi vida dentro del fandom… (risas). Es algo extraño porque [como fan] nunca los vas a conocer. La mercancía original es muy cara. Vienen una vez cada mil años a México. O no vienen. La mayoría de gente que le gusta tu banda está en internet. Tienes muchos amigos por internet pero muy pocos en la vida real.” A pesar de esto, algunos espacios en el centro de la Ciudad de México son idóneos para que ellos compartan experiencias, opiniones, etc. Anualmente se llevan a cabo convenciones como el J-Fest, a los que asisten grupos coreográficos o de fancovers. También está el restaurante coreano Omandu, en la Zona Rosa. La misma Friki Plaza organiza eventos en torno al k-pop y al cosplay.

"Podemos ver claramente cómo la fascinación por Asia abarca muchos sectores de la sociedad."

Muchas veces se cree que un fan es un ser enajenado con sus gustos (lo que plasma el excelente filme All About Lily Chou-Chou, en la que un joven japonés vive alienado en un foro de fans online de su cantante favorita, siendo su única manera de escapar de una realidad cruel y gris). Sin embargo, en algunas ocasiones, las fans de k-pop suelen ser estetas: ahí su peculiaridad. Resulta irresistible emular los looks de las bandas que admiran.
Quizá aburridas de los estereotipos de belleza de Occidente, las fans del pop oriental han conseguido espacios para poder verse como sus estrellas favoritas, desde Big Bang hasta T-ara, pasando por el estilo más gótico y afrancesado del grupo visual kei japonés Versailles. Valeria, estilista del local número 4 del Fan Center, M&A Estetik, nos cuenta que sus clientes acuden al local porque los cortes que ellos hacen, usualmente basados en los grupos ya mencionados, “no son cortes comunes, son de otro estilo; en las estéticas normales no se los saben hacer”. Valeria pone de ejemplo al grupo Big Bang, quienes llegan a usar excéntricos peinados de colores pastel. La invasión oriental abarca todas las edades. Dice Valeria que a la estética van personas “de todos los sexos y de todas las edades, hasta viejitos. Vienen sobre todo chavos; niños casi no. Los que más vienen son chavos entre 17 y 30 años. Aunque sí han venido señoras de entre cuarenta y cincuenta años”. Sin querer ponernos demográficos, podemos ver claramente cómo la fascinación por Asia abarca muchos sectores de la sociedad.
En efecto, si uno se detiene a apreciar los videos de Girls Generation o 2EN1, verá rostros hermosos, ropa colorida y escenarios delirantes. “Tienen una imagen muy perfecta, que parece muy natural, pero sabes que pasaron cuatro horas en una estética para poder lograrla”, afirma Kathy cuando le preguntamos qué es lo que más le gusta de ellos. Hakai no sake alude otra vez al ulzzang: “Es una imagen perfecta pero que se vea natural, para que no te veas con demasiado maquillaje; es un estilo que pretende demostrar la naturaleza del rostro con poco maquillaje”. En el Fan Center, pues, podemos hallar toda esta variedad de productos que contribuyen al efecto ulzzang, como las cremas aclarantes: Snow White, Tomatox, Panda Cream y BB Cream. ¿La que nos recomienda? La Tomatox, “que es buena para limpiar la piel”.
Estos ideales de belleza se asemejan a los que provienen de las series animadas japonesas: de ahí el cosplay, es decir, el disfraz basado en personajes de animación. A propósito de gustos, le preguntamos a Abraham, dependiente del local Anime Shop Shizuka, también en el Fan Center, cuáles son las series que nos me recomendaría: Puella Magi Madoka Magica, toda la serie de Monogatari, Fairy Tail y Kaichō wa Maid sama! ¿Por la que más preguntan los clientes? El manga y anime de culto de corte gore/psicológico, Tokyo Ghoul.
Resulta irresistible emular los looks de las bandas que admiran.

Sentado entre una vistosa variedad de figuras y afiches, Abraham nos revela que su clientela es masculina y adulta en su mayoría. ¿Lo que más buscan? Lolitas. No confundamos a las Lolitas japonesas con las de Nabokov, si bien el animé siempre tienen ese no sé qué ninfulesco que describía el novelista ruso, entre colores pastel, risitas y faldas mínimas: oscilando entre el más puro fetichismo y lo kitsch al pie de la letra. Es innegable la carga erótica de muchas de estas series animadas y mangas. Si bien ellos no venden, muchas niñas, dice Abraham “vienen a preguntarle por cosas yaoi”, que es “el amor entre hombres” (que tiene una contrapartida lésbica: el género yuri). El yaoi, según Abraham, “es lo que más le gusta a las niñas”. Kathy, nos pudo explicar más detalladamente el origen psicológico de la devoción yaoi: “Es la única manera que tienen [las fans] para ver a su sueño dorado con alguien que no sea otra mujer, si fuera mujer la odiarían, querrían matarla. Si es hombre no hay problema.” Este culto delirante se asoma en fanfics que las admiradoras redactan en páginas web, en los que desarrollan todo tipo de fantasías con sus ídolos. Dice Kathy que el fan fiction consiste en “una fan muy aburrida que decide que su sujeto A y sujeto B, porque rara vez es sujeta, deberían amarse y tener contacto íntimo (risas). Y crean sus propias historias de cómo los personajes podrían acabar juntos, a pesar de que sean relaciones que jamás en la vida han pasado. 90% de los fanfics son de temática gay”. La estética del k-pop, por cierto, coquetea con la androginia: Amber, del grupo femenino F(x) tiene una apariencia deliberadamente masculina, desestabilizando, a su vez, los cánones de belleza femeninos.
Corea tal vez represente un espacio nunca antes visto en la cultura mexicana. Este boom —que de cierta forma es también un fenómeno de la globalización— parece tener implicaciones más complejas que las de una simple moda. El derroche consumista y sensorial de, por ejemplo, los megaconciertos de PSY (sí, el de Gagnam Style); de los tiernos doramas y de los efectivos maquillajes, ha llegado a México, tal vez, para quedarse.


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