domingo, 12 de abril de 2015

Una tarde con Benjamín Romano

por Juan Rivera



La cita es en la esquina de la calle Arquímedes con Tres Picos, en la colonia Polanco. Se trata de un edificio que se levanta sobre un terreno triangular de tan sólo 167 metros cuadrados; la resolución de espacios es de entrada un importante problema. La construcción lleva el nombre de Torre Tres Picos, ya que, como el sentido común indica, sus paredes obedecieron la forma del terreno. Mas no se trata de un edificio como el resto; a éste se le adivina desde su aspecto insólito una nueva propuesta arquitectónica. Su creador, el mexicano Benjamín Romano, nos espera dentro para guiarnos por la construcción.

Mi trabajo recoge mucho conocimiento de la vida cotidiana. Las paredes dobles del edificio, por ejemplo, simulan la función de un termo, del que bebes café a diario. En realidad no son paredes, sino dos placas de acero que cubren la torre; la exterior se encarga de mantener el clima natural afuera y la interior de mantener la temperatura ideal dentro. Ambas placas están separas unos cuantos centímetros. Si ahora tocas la exterior, está caliente porque le ha dado el sol toda la tarde; si tocas la interior está fresca. Integrar la vida cotidiana en la arquitectura puede solucionarte las necesidades del espacio.



La primera parada es el sótano. Nadie quien camine por las aceras puede imaginar lo que hay debajo de sus pies: un pozo de seis niveles que es en realidad el estacionamiento. Sin embargo, no se trata de un sótano subterráneo como los que muchas construcciones poseen, sino que es un estacionamiento totalmente robotizado, el primero en México. El usuario de las oficinas ―pues ese uso se le ha dado al edificio― coloca su automóvil a nivel de calle, en una plataforma, y se va a trabajar; de la plataforma surgen cuatro pinzas que sujetan las ruedas del automóvil y desciende en el pozo hasta el nivel designado para aparcarlo. Una vez realizada la tarea, regresa a nivel de calle. El sistema es coreano y está conectado por internet al sistema general del manufacturero, de donde recibe la logística mecánica. Cuando el usuario se va, espera en el lobby mientras la plataforma desciende en busca de su automóvil.

La excavación nos trajo problemas técnicos y presiones de Gobierno. A los cuantos metros nos encontramos con que allá abajo pasaba un río bastante grande y más profundo, con que había literalmente cascadas de agua sobre de nosotros. Una serie de maniobras ingenieriles lo solucionó. Como es el primer edificio con estas características, muchas de nuestras necesidades no estaban reguladas. Por ejemplo, está en regla una ley que establece los mínimos de altura para los estacionamientos; pero el nuestro, como no iba a ser ocupado jamás por personas no requería tanta altura, que, además, cada centímetro de excavación significaba una fortuna. Las negociaciones fueron arduas.



En el otro extremo de la construcción, en el piso más alto, el mundo es otro: predomina la transparencia de los cristales. Hacia el sur, resalta el verde del Bosque de Chapultepec, coronado por el castillo al fondo. La mitad norte está poblaba de los edificios de Polanco, entre los que destacan los grandes hoteles. Gran acierto es la ausencia de columnas en los interiores: la estructura misma cumple su función. Los metros cuadrados están aprovechados al máximo, y se crea la extraña sensación de que el espacio es por dentro más grande de lo que por fuera se aprecia. Tres compartimentos independientes, área para las ‘caballerizas’, un baño, un comedor y una pequeña terraza es con lo que cuenta cada nivel.

Desde el primer trazo, sabíamos que el espacio tenía que estar explotado; todo está diseñado en función de ello. Incluso teníamos la altura limitante de 36 metros. La escalera exterior, que da la impresión de estar volando, incluso cumple la tarea de no robar espacio. Reforzamos los techos con trabes que a su vez están soldadas con la primera y segunda placa metálica. La iluminación es abundante, lo que, sumado al regulador de media tensión interno del edificio, es muy atractivo para los inquilinos a la hora del pago de servicios. Torre Tres Picos es una solución consciente de las condiciones externas; la integran las mejores soluciones arquitectónicas de la actualidad.



Su diseño, le valió a Benjamín Romano la Medalla de Plata en la Bienal de Arquitectura Mexicana en 2010. Con la mejor disposición y humildad, el arquitecto nos guió por el recorrido. Actualmente es responsable de la construcción de la Torre de Reforma, diseño propio, que en 2015 se convertirá en el segundo rascacielos más alto del país.
            La Torre Tres Picos es un ejemplo de las adaptaciones que la arquitectura ha sufrido. Hace unos cuantos años era imposible pensar que un estacionamiento tan complejo y costoso sería más rentable que un pedazo de tierra; ahora, la situación ha cambiado. Los años venideros pondrán en jaque la arquitectura.



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